Dentro de las muchas sorpresas que depara para el viajero el magnífico Jardín del Príncipe en Aranjuez, se encuentra el denominado estanque chinesco.
Siendo una de las ampliaciones de este jardín proyectado, según las modas francesas e inglesas de la época, por Carlos IV cuando aún era Príncipe de Asturias, y finalizado cuando ya era rey, esta zona del jardín permitió a sus arquitectos dar rienda suelta a sus inquietudes.
Fruto de ellas son los dos cenadores que se enclavan en el estanque: por un lado, el clásico, de orden jónico y, por otro, mucho más exótico especialmente para los cánones de la época, el llamado Pabellón Chinesco.
De figura ochavada, que se dice, se abre al estanque a través de sus dos cuerpos de cuatro puertas y otras tantas ventanas, dejando reflejar coqueto en la superficie del agua su hermosa estampa.
Se accede a él a través de un puente de madera a juego. Y su hallazgo en cualquier paseo a través de este más que recomendable enclave del Real Sitio de Aranjuez es, en fin, un capricho real refrescante en un entorno ya de por sí excepcional.
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